miércoles, 23 de marzo de 2011

Un día en el Titanic según la barandilla

Este frío día el barco estaba, o parecía más frágil. A pesar de su inusual y lujosa cubierta, el barco no me parecía seguro. La gente se posaba en mí para ver el rosado cielo. Era como si las nubes estuvieran ardiendo. Estábamos entrando en zonas menos cálidas; y la tripulación lo notaba. El barco empezaba a tambalearse entre icebergs y piezas de hielo. Toda la gente se iba a sus camarotes. Arreciaba un viento frío. El destino del Titanic era acabar en las profundidades marinas.
Nicolás González Martínez 1º ESO B

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