lunes, 27 de febrero de 2012

Historia del Titanic contada por un ancla

Aquel 10 de abril de 1912 partimos del puerto de Southampton; a mí ya me habían sacado del agua para comenzar el viaje. Estuvieron bastante tiempo sin utilizarme. Cuatro días más tarde, el 14 de abril de 1912, alguien avistó un iceberg, intentaron echarme al agua pero me negué, era demasiado castigo para un ancla estar cuatro días sin tocar agua. Finalmente chocamos contra el iceberg y el barco se agrietó por seis partes, y después de ese largo tiempo sin contacto con el  agua me caí al mar... he disfrutado demasiado, porque aún sigo allí y no logro salir.
Rubén, 1º ESO A

La tarima de cubierta cuenta el accidente del Titanic

Hace unos segundos no veía nada, pero después de que me abrillantaran y fregaran puedo ver perfectamente. Me estaban dejando reluciente, porque esa noche según rezaba el cartel que colocaron en la barandilla, harían una fiesta en honor al primer mes que los tripulantes llevan en el barco. Tras horas y horas de que el mar me estuviese salpicando, por fin el personal del barco se puso en movimiento. Empezaron a traer pesadas mesas de madera cubiertas por manteles blancos. En cada mesa había seis bandejas de plata con exquisitos manjares en ellas. Transcurrida la tarde, nadie me pisó salvo una pareja de tortolitos, que aparte de pisarme, se colgaron en la barandilla, que, muy enfadada, tuvo que sujetarlos. Llegó la noche, cada vez me pisaba más gente: las mujeres, arrastraban sus largos vestidos de cola arañándome y pinchándome con sus tacones de aguja. Los hombres me rallaban con sus zapatos, los músicos, me hacían daño con la punta del contrabajo, y miles de niños correteaban por todo mi cuerpo. La noche transcurrió así, hasta que el barco chocó contra algo que me congeló hasta las astillas. La gente, aterrorizada, vertía sobre mi líquidos pegajosos que llevaban en cacharros transparentes y los manjares que contenían las bandejas. El agua cada vez me cubría más, hasta el punto en el que la sal se me metió en lo más hondo de la madera. Nadie quedaba ya en el barco. Sentía cómo el barco se hundía lentamente hasta tocar fondo. Por eso ahora solo veo pasar habitantes marinos y el reflejo de la luz del sol y de la luna.
Noelia, 1º ESO A

La escotilla cuenta el hundimiento del Titanic

La noche del domingo 14 de abril de 1912 notaba que el viento azuzaba demasiado, pero no sabía por qué.                                                                             
Con la fuerza con la que soplaba consiguió abrirme, y pude darme cuenta de que nos íbamos a estrellar contra un iceberg.
Intenté avisar, pero nadie me oía; a las doce menos veinte ya habíamos colisionado y, de repente, se abrieron seis grietas en las bodegas.
Antía, 1º ESO A

Historia del Titanic narrada por el timón

Un día, desafortunado para algunas personas, exactamente el 14 de abril de 1912, el trasatlántico que yo conducía, chocó contra un iceberg. El barco, al chocar contra aquella masa de hielo, sufrió seis pequeñas grietas, las que causaron que todos nos hundiéramos. A mí me manejaba el capitán Edwar John Smith, que intentaba girarme para salvar el barco, pero no fue posible.
Hoy estoy expuesto en un museo en el que todos me miran con interés.
Laura, 1º ESO A

Historia del Titanic narrada por un bote salvavidas

 Hola, soy un bote que hace tiempo iba enganchado en un crucero, el Titánic, que se dirigía a Nueva York, cuando chocó con un iceberg  que causó seis grietas en las bodegas. A causa de las aberturas, el Titánic empezó a hundirse y gracias a mí, el bote de proa babor, se salvaron varios niños y mujeres.
Lía, 1º ESO A

domingo, 12 de febrero de 2012

El camarote 314 relata el naufragio


Domingo,14 de abril de 1912

Los huéspedes que habían pasado las últimas noches en mí, se habían ido muy temprano,y aún no habían regresado. Estaba muy cansado, además de los muebles y los bártulos de los huéspedes, me sentía muy incómodo porque el servicio todavía no había pasado por el camarote 314 (que soy yo); aún estaban en el 217 y éramos 1703 camarotes. Te preguntarás por qué sé tanto sobre el Titanic,pues porque he escuchado a los huéspedes hablar sobre este tema. Eran las 7 de la tarde y empecé a notar que todos esos trastos se movían.

De repente oí un grito que decía: -¡Pónganse los chalecos salvavidas que encontrarán en sus camarotes!. Se oían los pasos de la gente corriendo desesperada,cuando, de repente,los huéspedes entraron y se pusieron el chaleco salvavidas lo más rápido posible. Volvieron a salir, ese fue mi último contacto con los humanos hasta ahora. Quedé totalmente inclinado, cuento esto por si a mí y a todos estos enseres nos pasa algo,que se tenga constancia de mi historia y que sepan que dudo mucho que el servicio pase por aquí nunca.

Atentamente, el camarote 314.
Lidia, 1º ESO A