Estaba mirando hacia un iceberg, me empecé a poner nervioso, ya que todos mis compañeros, los chalecos, gritaban tanto que no era capaz de reaccionar (aún así sería difícil ya que no tengo piernas). Nos íbamos acercando y todos corrían alarmados. Chocamos, fue imposible evitarlo; me caí en el casco con el impacto. Sentí cómo nos íbamos hundiendo, porque empezaba a mojarme la espalda. Fue horrible, ya que allí el agua estaba helada. Todo fue desapareciendo poco a poco; hundiéndose, lentamente, menos nosotros, claro. Pasadas tres horas se acercó un helicóptero, que nos rescató y nos vendió a un marinero viejo y solitario.
Carmen Escariz Mella 1º ESO B
Carmen Escariz Mella 1º ESO B
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