Un día, cuando circulaba por la LU-122, un hombre, D. P. R., vecino de A Pastoriza, cruzó para volver a su casa. Venía de comprar unos refrescos en un bar cercano. Cuando pasó por delante de nosotros, ni a mí ni a mi conductora nos dio tiempo a reaccionar, porque ni lo habíamos visto. Por desgracia, el hombre murió en el acto y los vecinos y su mujer se dieron cuenta de ello al oír los gritos de mi conductora. Aunque pueda parecer extraño, ella resultó ilesa.
Cristina González 1º ESO B
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