miércoles, 19 de junio de 2013

El ojo de buey cuenta el hundimiento del Titanic

                                El Titanic
 Me encontraba tan contento en aquel barco que parecía que nunca jamás se fuese a hundir. Todo iba perfectamente, cuando, de repente, una fuerte sacudida me balanceó más de lo debido. Todo el mundo que estaba en el barco quedó sorprendido. Nadie sabía lo que ocurría, pero nada bueno podía ser. Empezaron  a pasar los minutos y cada vez todos estaban más nerviosos, hasta la tripulación corría de un lado a otro sin sentido.
 Al cabo de un rato, comenzó a entrar agua, el barco cada vez se inclinaba más. Llegó un punto en que mi energía se apagó, ya no podía cumplir la misión. Después, todo ocurrió, en cuestión de unas horas todo se acababa. Los más afortunados se salvaron metiéndose en botes salvavidas, pero no había para todos.
Fuimos más los que tuvimos que quedarnos, sabiendo que nos íbamos al fondo del océano, yo, por ejemplo, para quedarme allí de por vida y aquí sigo, sumergido en estas aguas.
 Antía. B

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