Un día, desafortunado para algunas personas, exactamente el 14 de abril de 1912, el trasatlántico que yo conducía, chocó contra un iceberg. El barco, al chocar contra aquella masa de hielo, sufrió seis pequeñas grietas, las que causaron que todos nos hundiéramos. A mí me manejaba el capitán Edwar John Smith, que intentaba girarme para salvar el barco, pero no fue posible.
Hoy estoy expuesto en un museo en el que todos me miran con interés.
Laura, 1º ESO A
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