
Domingo,14 de abril de 1912
Los huéspedes que habían pasado las últimas noches en mí, se habían ido muy temprano,y aún no habían regresado. Estaba muy cansado, además de los muebles y los bártulos de los huéspedes, me sentía muy incómodo porque el servicio todavía no había pasado por el camarote 314 (que soy yo); aún estaban en el 217 y éramos 1703 camarotes. Te preguntarás por qué sé tanto sobre el Titanic,pues porque he escuchado a los huéspedes hablar sobre este tema. Eran las 7 de la tarde y empecé a notar que todos esos trastos se movían.
De repente oí un grito que decía: -¡Pónganse los chalecos salvavidas que encontrarán en sus camarotes!. Se oían los pasos de la gente corriendo desesperada,cuando, de repente,los huéspedes entraron y se pusieron el chaleco salvavidas lo más rápido posible. Volvieron a salir, ese fue mi último contacto con los humanos hasta ahora. Quedé totalmente inclinado, cuento esto por si a mí y a todos estos enseres nos pasa algo,que se tenga constancia de mi historia y que sepan que dudo mucho que el servicio pase por aquí nunca.
Atentamente, el camarote 314.
Lidia, 1º ESO A
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