Un monje pasó por un
pueblo habitado por aldeanos muy tacaños. Al ver que no le daban nada
decidió darles una lección, engañándolos con una "sopa de piedra".
Ellos, creyeron que el monje hacía la "sopa de piedra". Solo que esta
sopa también tenía los típicos ingredientes de una sopa normal. Los
campesinos, incrédulos, los dejaron comer hasta que no quedó nada más que
la piedra, que se la llevó el monje .
Francisco R. y Sergio G. S.
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